Por Raúl Edgar Ortego-
Tomé de la fuente https://www.significados.com/zona-de-confort/ algunas ideas sobre el significado de la expresión “Zona de Confort”, que edité para mi acervo, y ahora comparto con mis amigos. El concepto Zona de Confort derivaría de la expresión popular estadounidense “out of my confort zone”, del primer cuarto del siglo XX, refiriendo imposibilidad de asumir un cargo, o realizar una tarea, “fuera de mi zona de confort”. La Zona de Confort correspondería a una “zona” mental, o estado emocional, en que no hay sensación de riesgo. Zona de Confort psicológica sería el estado / lugar mental recomendado para controlar – evitar situaciones de estrés. El “coaching”, al contrario, considera la Zona de Confort como un lugar / estado mental restrictivo; un conjunto de conceptos – “convicciones”, actitudes, y procederes (hábitos, rutinas), que limitan la posibilidad de desarrollarse.
Los “motivadores”, o entrenadores (“coachs”), suelen tomar como base de sus sugerencias para el óptimo desarrollo personal (“coaching”), el Efecto, o Ley (no es tal) Yerkes – Dodson, que expresa resultados de investigaciones de los psicólogos Robert M. Yerkes, y John Dillingham Dodson, de 1908. Sintéticamente, esos investigadores mostraron experimentalmente que hay un nivel de stress o tensión óptimo para el rendimiento intelectual y físico (habilidad, mejor relación resultados / esfuerzos, etc.). El nivel óptimo de stress – tensión es variable según las actividades consideradas, y los individuos. Se observa que por debajo del nivel óptimo personal de stress – tensión para una actividad, los sujetos muestran menor precisión, y capacidad de concentración, atribuibles a la rutina, el aburrimiento, etc., Algo similar sucede por encima de ese nivel de stress o tensión óptimos, disminuyen la capacidad de concentración, la precisión, y la memoria; en ese caso atribuibles a temor, ansiedad, u otras emociones.
¿Consolidar una Zona de Confort propia es deseable, recomendable… o una instancia a superar? Mi respuesta más honesta, intelectualmente, sería un simple “no sé”; la más genérica sería “depende…”. Creo que todas las personas tienen, o aspiran a tener, una Zona de Confort, pero un tema diferente es ser consciente de ello, o tener definido el estado mental – emocional correspondiente. Comienzo a pensar “por escrito” planteándome situaciones que me parecen evidentes al respecto.
Creo que lo más común es pretender construirse, o sostener, una Zona de Confort “estable”. Las expresiones de esa pretensión serían desear “tranquilidad”, “no tener problemas”, y similares; en fin, diversas formas, creo yo, de manifestar la fantasía de querer tener “la vida bajo control”. Parece interesante que la Zona de Confort más deseada sea, inexorablemente, la fuente de frustración más común, ¿a quién se le puede ocurrir pretender tener controladas todas las variables existenciales? Cualquier persona que haya pasado la etapa de la adolescencia afirmaría que se trata de un planteo irreal; quizás lo sea desde el punto de vista lógico, pero desde el punto de vista emocional, y aun argumental, convergen en previsiones para el futuro prácticamente todos los que afirmarían la irrealidad del planteo. Sí, creo que la misma pretensión de construirse y/o sostener una Zona de Confort “estable” se manifiesta en procurarse y/o sostener “burbujas de estabilidad” circunstancial, emocional, y racional. ¿Cómo se manifiesta la frustración por no lograr – sostener la pretendida Zona de Confort “estable”? Me parece casi obvio, se la reconoce por las quejas, en las personas quejosas, y, en general, haciendo responsables a terceros, o a la mala suerte, por la vigencia de circunstancias no deseadas. ¿La convivencia con el prójimo se asocia con experimentar situaciones no deseadas? Por supuesto, la gente nos provoca casi tantas contrariedades, como las que cada uno de nosotros provoca a los demás. Quien haya superado la adolescencia aprendió que la convivencia exige un continuo quid pro quo. La pregunta atinada quizás sería ¿qué tan satisfactorio es convivir conmigo? La respuesta puede ser complicada para cada quien, pero tal vez sea un buen comienzo para replantearse qué Zona de Confort está logrando cada uno para sí mismo… y para el prójimo de convivencia obligada. Me repito frecuentemente la obviedad de que es muy agradable convivir con alguien que está / es feliz.
Creo que la situación opuesta a la Zona de Confort “estable” es menos común, pero que también garantiza tantas frustraciones como la citada. Me refiero a pretender existir en una Zona de Confort “dinámica”, pero, construida a gusto y placer; lejos de simplemente aceptar eventuales contingencias, tratando de gestionar una adaptación apropiada. Expresiones de esta pretensión serían “disfrutar la adrenalina”, “exhibir lo novedoso”, y similares. Las personas que pretenden existir en una Zona de Confort “dinámica”, construida “a la medida”, suelen experimentar la sensación de aburrimiento, de hastío, con mayor intensidad que personas “aburridas”. Sucede, creo yo, que en la pretensión referida los placeres son imaginados, están ínsitos en expectativas fantasiosas, y no en la concreción de la realidad, a veces tan tosca, la pareja soñada… pues era solo un sueño, como el auto soñado, o la joya, o la casa, o el viaje, o… lo que fuese. La realidad no se parece a los sueños, pero puede ser más satisfactoria, si se aprende a apreciarla. La Zona de Confort “dinámica”, construida “a la medida”, solo es una, otra, mera fantasía… frustrante.
Dejo, por hoy, de pensar escribiendo sobre la idea “Zona de Confort”, pero lo retomaré